viernes, 12 de diciembre de 2025

“Florezca la estepa”. (Isaías 35,1-6a.10). III Domingo de Adviento.

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca,
alégrese y florezca la estepa! (Isaías 35,1)

El domingo pasado la primera lectura, también tomada del profeta Isaías, nos hablaba de un brote, de un retoño y luego nos presentaba la idílica imagen de un reino animal pacificado, donde la presencia humana era la de niños pequeños… Procuramos adentrarnos en el significado de esas imágenes. El brote anuncia la venida de Jesús, pero también todo lo que su presencia puede hacer brotar en nuestro corazón y en nuestra comunidad. Los animales reposan juntos sin miedo, llamándonos a la reconciliación entre nosotros, con la Creación y con Dios y a caminar juntos en nuestras comunidades.

La imagen con la que se abre la lectura de hoy nos coloca en un reino vegetal que florece a pesar de que las circunstancias no sean favorables: desierto, tierra reseca, estepa… El florecimiento de esos terrenos secos es, como lo traduce Isaías, una invitación a la alegría, a una gran alegría, que marca la característica de este domingo así llamado “gaudete”: “regocíjense”.

La alegría, sin embargo, para ser auténtica, no puede ser superficial. La verdadera alegría está apoyada en el terreno firme de la esperanza y se proyecta más allá de acontecimientos puntuales. No se desvanece, sino que perdura y anima nuestro caminar.

En su llamado a la alegría, Isaías no olvida la realidad de su pueblo:

Fortalezcan los brazos débiles,
robustezcan las rodillas vacilantes;
digan a los que están desalentados 
“sean fuertes…” (Isaías 35,3-4)

Debilidad, vacilación, desaliento… la realidad pone a prueba la fe. Pero el profeta ve más allá y anuncia:

«¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios!
(…) él mismo viene a salvarlos.» (Isaías 35,4)

A través de los siglos, el Pueblo de Dios mantuvo en alto la esperanza en el Mesías prometido. Juan el Bautista lo proclamó ya próximo. Pero Juan, encerrado por el rey Herodes, se ve privado de ver con sus propios ojos el cumplimiento de su profecía. A la prisión le llegan confusas noticias sobre la acción de Jesús. Más aún, si pensamos en la forma en la que Juan anunció la venida del Mesías, con las imágenes del hacha clavada en la raíz del árbol, de la trilla que separa la paja del grano, del fuego donde se quema lo que ya no sirve, vemos que esperaba un juicio inminente. Sin embargo, no es eso lo que parece estar sucediendo. Es por eso que Juan manda a preguntar:

«¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»  (Mateo 11,3)

Jesús responde inmediatamente:

«Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de tropiezo!» (Mateo 11,4-6)

La respuesta no es solo una relación de los hechos que, efectivamente, Jesús ha llevado a cabo; más que eso, Jesús está refiriéndose a las acciones que, según las profecías, debía realizar el Mesías. Jesús está dando cumplimiento a lo anunciado. El juicio esperado por Juan también se está produciendo, pero de otra forma: la gente se pone a sí misma en juicio en su aceptación o su rechazo de Jesús. 

Muy pronto vendrán otros pasajes del evangelio de Mateo donde se encontrará en Jesús motivos de escándalo y las autoridades llegarán a acusarlo de actuar en nombre de Belcebú, es decir, en nombre del demonio.

Es por eso que Jesús agrega, pensando especialmente en Juan: “feliz quien no se escandalice de mí”. El verbo “escandalizar” viene del griego σκανδαλίζω (skandalizō), que nuestro leccionario traduce como “ser motivo de tropiezo”. Jesús solo puede escandalizar a aquellos que creen que Dios debe actuar en la forma que ellos piensan. Con el relato de sus acciones, Jesús nos llama a reconocer que Él es el Mesías prometido, tal como lo muestran sus obras. 

Para Juan, la pregunta que mandó hacer a Jesús era vital. El Bautista jugó su vida por entero en el anuncio del Mesías. En cierta forma, él también tiene que pasar por una conversión, dejando su propia idea sobre lo que debía hacer el Mesías, para reconocerlo en las acciones y las palabras de Jesús.

En su reciente carta sobre la Unidad en la Fe, el papa León XIV nos recuerda que “hoy, para muchos, Dios y la cuestión de Dios casi ya no tienen significado en la vida.” (In Unitate Fidei, 10) Esa indiferencia es, en parte, responsabilidad nuestra, responsabilidad de los cristianos, cuando no damos testimonio de la verdadera fe y ocultamos el rostro misericordioso del Padre. El Papa nos invita a un profundo examen de conciencia, en el que la primera pregunta es “¿Qué significa Dios para mí y cómo doy testimonio de la fe en Él?” (In Unitate Fidei, 10). El mismo Jesús vuelve a preguntarnos como a sus primeros discípulos:

«¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?».
«Y ustedes ¿quién dicen que soy?» (Mateo 16,13.15)

El Papa León, en su misión de confirmarnos en la fe, nos recuerda que el corazón de nuestra vida cristiana está en la fe en Jesucristo, nuestro Dios y Señor. Dice el Papa:

“… nos comprometemos a seguir a Jesús como Maestro, compañero, hermano y amigo. Pero (…) no hemos de olvidar que Jesucristo es el Señor (Kyrios), el Hijo del Dios viviente, que «por nuestra salvación bajó del cielo» y murió «por nosotros» en la cruz, abriéndonos el camino de la vida nueva con su resurrección y ascensión.” (In Unitate Fidei, 11)

En este domingo, la pregunta de Juan y la respuesta de Jesús nos llaman a reencontrarnos con el centro de nuestra fe. Allí, en Jesucristo, nuestro hermano y nuestro Señor, está la fuente de la alegría más profunda y auténtica, aquella que nadie nos puede arrebatar.

Vivamos este domingo “gaudete” contemplando a Jesús en su verdad, en su entrega de amor, en su cruz, en su resurrección. En ese encuentro con Él, todo lo que en nuestra vida parecía haber quedado seco y desierto, tiene la posibilidad de florecer, de revivir, de recomenzar. De esa acción del Señor en nosotros estamos llamados a dar testimonio.

En esta semana:

Martes 16: comienzo de la Novena de Navidad, una costumbre no muy arraigada en Uruguay, pero que tiene larga tradición en muchos países católicos.

Domingo 21: celebración de los 150 años del templo parroquial de San Ramón, que se cumplen el lunes, donde concluirán los festejos que se irán dando en los días previos. El domingo: Misa a las 18 y concierto de la Banda Municipal de Tala.

Gracias, amigas y amigos por su atención: que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

12 de diciembre: Nuestra Señora de Guadalupe.


 
Pasajes de la homilía del papa Benedicto XVI en la Basílica de San Pedro, 12 de diciembre de 2011.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Palabra de Vida: “Soy tu Dios, el que te sostengo de la mano” (Isaías 41,13-20)


Jueves de la segunda semana de Adviento, 11 de diciembre de 2025. Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

Mons. Rodolfo Wirz (1942-2025). “Crean en la Buena Nueva”

En la parroquia de Schwarz-Rheindorf

Presidiendo la Eucaristía en la parroquia.

Dando la comunión a Beatriz Brites,
secretaria ejecutiva de Pastoral Juvenil Uruguay

El libro de Bautismos de Schwarz-Rheindorf

El nombre de Rodolfo en el libro

Las notas marginales de sus ordenaciones

Mons. Rodolfo, Mons. Carlos Aguiar Retes (hoy cardenal),
el párroco, Mons. Pablo Galimberti, Mons. Heriberto

La Iglesia parroquial Santa María
y San Clemente, Schwarz-Rheindorf.

Falleció ayer el Obispo emérito de la diócesis de Maldonado-Punta del Este, Mons. Rodolfo Pedro Wirz Kraemer.

Había nacido en Alemania, cerca de Bonn, en un pueblo llamado Schwarz-Rheindorf.

Su padre falleció antes de terminar la guerra.

Su madre tenía un hermano sacerdote en Uruguay, que la recibió junto con su sobrino.

En contacto con la vida parroquial surgió la vocación de Rodolfo. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1968 para la arquidiócesis de Montevideo.

En la misma fecha, en 1985, recibió la ordenación episcopal para asumir la Diócesis de Maldonado-Punta del Este, después del fallecimiento de su primer obispo, Mons. Antonio Corso.

Estando vacante la Diócesis de Minas, fue su administrador apostólico en 2009-2010.

Desempeñó varios cargos en la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU), siendo presidente.

Después de su retiro en 2018, al cumplir los 75 años, poco a poco fue perdiendo algunas facultades mentales y pasó sus últimos años en el Hogar Sacerdotal, donde, a pesar de no reconocer a personas que bien había conocido, no dejaba de regalarles su sonrisa.

Yo lo conocí cuando era párroco de Santa María Magdalena Sofía Barat, en Aires Puros, Montevideo.

Compartí con él muchas instancias en la CEU, incluso una asamblea electiva del CELAM en Santo Domingo.

Pasamos varios días juntos en Alemania, en ocasión de la XX Jornada Mundial de la Juventud, en 2005.

Allí la delegación oficial de la Pastoral Juvenil del Uruguay fue recibida por la comunidad parroquial de Schwarz-Rheindorf.

Compartimos muchos momentos con la comunidad, cuyo párroco era un sacerdote español (lo que nos ayudó mucho a todos). Allí pudimos ver el libro de Bautismos, donde junto a la anotación del bautismo de Mons. Rodolfo, estaban como notas marginales la de su ordenación sacerdotal y la de su ordenación episcopal.

Hoy participé en la Misa de exequias, presidida por el Cardenal Daniel Sturla, en la catedral de San Fernando de Maldonado. Mons. Milton Tróccoli, actual obispo de Maldonado-Punta del Este-Minas (por fusión de dos diócesis) recordó en su homilía la pasión de Mons. Rodolfo por la catequesis y la evangelización, con el sello de la exhortación Evangelii Nuntiandi de san Pablo VI, de cuya promulgación se cumplieron cincuenta años el pasado 8 de diciembre.

Mons. Rodolfo solía decir en algún momento de la Misa, especialmente al final: "Dios quiera que de esta celebración salgamos distintos, que algo haya cambiado en nosotros".

Su recuerdo, en esta celebración de despedida en la que participamos, me ha dejado en el corazón ese deseo, porque siempre necesitamos cambiar: no superficialmente, sino profundamente, para unirnos cada vez más a Cristo, para que Él sea realmente el centro de nuestra vida.

+ Heriberto, Obispo de Canelones.


martes, 9 de diciembre de 2025

Palabra de Vida: “¡Preparen en el desierto el camino del Señor!” (Isaías 40,1-11)


 

Martes de la segunda semana de Adviento, 9 de diciembre de 2025.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

lunes, 8 de diciembre de 2025

Inmaculada Concepción de María. «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1,26-38)

En los 50 años de la exhortación Evangelii Nuntiandi de san Pablo VI (8 de diciembre de 1975) recordamos las palabras finales de este mensaje en el que el Papa pone en las manos y el corazón de María, estrella de la evangelización, la misión de la Iglesia.

Bendiciones.

+ Heriberto, Obispo de Canelones. 

sábado, 6 de diciembre de 2025

“El ternero y el cachorro de león pacerán juntos” (Isaías 11,1-10). II Domingo de Adviento.

A esta altura del año, aquí, en el Hemisferio Sur, llevamos ya más de dos meses de primavera. El comienzo de la primera lectura de este domingo nos recuerda los inicios de esta estación cuyos primeros signos son brotes de hojas y flores:

Saldrá una rama del tronco de Jesé
y un retoño brotará de sus raíces. (Isaías 11,1)

Un retoño… una vida nueva que surge de lo que parecía seco, agotado: el tronco; pero que, sin embargo aún puede comunicar y sostener la vida.

Al decirnos “el tronco de Jesé” se nos hace ver que esa imagen de la naturaleza es aplicada a una familia. Jesé fue el padre del rey David. El profeta está anunciando un nuevo descendiente de esa casa, un “hijo de David”: así se le llamará a Jesús. 

Inmediatamente se dice de ese retoño, ese descendiente:

Sobre él reposará el espíritu del Señor:
espíritu de sabiduría y de inteligencia,
espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de temor del Señor
-y lo inspirará el temor del Señor-. (Isaías 11,2-3)

La plenitud del Espíritu Santo, efectivamente, estará presente en Jesús. Esto nos ayuda a entender porqué los primeros cristianos vieron en estas profecías el anuncio de Jesucristo.

Pero la imagen del retoño la podemos aplicar también a nuestra vida: a la renovación personal, por medio de la conversión y a la renovación de nuestras comunidades, creciendo en participación, comunión y compromiso misionero.

Frente a todo lo que parece envejecido, desgastado y hasta obsoleto, el retoño que brota nos está recordando que sigue estando en el corazón de cada comunidad y de cada uno de sus miembros el Espíritu que Jesús nos ha entregado. Es allí donde debemos buscar las luces y la fortaleza para nuestra renovación personal y comunitaria.

Más adelante, Isaías describe, en forma muy poética, un nuevo jardín del Edén, un nuevo paraíso, donde todas las creaturas convivirán en perfecta armonía:

El lobo habitará con el cordero
y el leopardo se recostará junto al cabrito;
el ternero y el cachorro de león pacerán juntos,
y un niño pequeño los conducirá. (Isaías 11,6)

Notemos las expresiones: “habitará con”; “se recostará junto a”;  “pacerán juntos”. No tenemos que equivocarnos: esas imágenes no solo se refieren a una transformación del reino animal. Se refieren también a un profundo cambio en las relaciones humanas. 

No tendría sentido ni sería posible una creación pacificada si esa paz no se da también entre nosotros, si no hay una verdadera reconciliación, de modo que el hombre deje de ser “lobo para el hombre”. 

Aunque puede resultarnos chocante pensar en esas figuras extremas, lobo-cordero, leopardo-cabrito aplicadas a personas de nuestra familia o de nuestra comunidad cristiana, más allá de que a veces, tristemente, esos extremos pueden darse, el énfasis hay que ponerlo en el juntos. Eso es lo que hace la diferencia. Es el llamado a convertirnos de nuestro individualismo, a salir de nuestro aislamiento e ir al encuentro, al trabajo en común, al caminar con los demás en comunidad. La oración personal es imprescindible y muy importante para abrirnos a la acción del Espíritu, pero nuestra fe se vive plenamente cuando se vive y se celebra en comunidad: la Eucaristía es “fuente y culmen de la vida cristiana”.

La visión de Isaías llega al colmo de la esperanza en estos versículos:

El niño de pecho jugará
sobre el agujero de la cobra,
y en la cueva de la víbora
meterá la mano el niño apenas destetado. (Isaías 11,8)

Es una imagen de lo que el Reino de Dios puede traer a la historia de los hombres. Es como si, finalmente, todos pudiéramos permitirnos volver a la inocencia que es el no tener miedo los unos de los otros. Eso hace posible vivir lo que Pablo nos propone en la segunda lectura:

Sean mutuamente acogedores, como Cristo los acogió a ustedes para la gloria de Dios. (Romanos 15,7)

Cristo, que se hizo servidor (Romanos 15,8) para recibirnos a todos, es quien nos hace posible estar juntos, trabajar juntos, caminar juntos, encontrarnos en la celebración verdaderamente juntos, es decir, dispuestos a recibirnos en comunión unos a otros como hermanos y hermanas en la fe y a compartir de corazón con todos la Paz que recibimos de Cristo.

Desde el Evangelio, la voz de Juan el Bautista nos urge:

«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca.» (Mateo 3,2)

Esta conversión puede significar para algunos nada menos que volver: volver a la práctica de la fe, volver a los sacramentos y, desde allí, llevar una vida cristiana en el ámbito familiar, laboral, ciudadano… Para quienes, en cambio, ya están en ese camino, significará un tiempo de purificación, de necesaria poda que hace posible el crecimiento.

Juan el Bautista increpa a quienes intentan escapar del juicio de Dios. Se dirige a los fariseos y saduceos y les advierte:

«Produzcan el fruto de una sincera conversión, y no se contenten con decir: "Tenemos por padre a Abraham".» (Mateo 3,8-9)

Para nosotros, sus palabras son un llamado a abandonar toda falsa seguridad y a entrar también en un camino de conversión. De esa forma, podremos leer las palabras finales del Bautista no como una amenaza que nos llevaría a intentar una inútil huida, sino como la esperanza que nos conduce a la vida:

«Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible.» (Mateo 3,11-12)

Busquemos andar juntos en este camino de Adviento, en comunidad, acompañándonos y animándonos unos a otros para una plena y profunda vuelta a Cristo.

Colecta del Fondo Común Diocesano

El sábado 6 y domingo 7 se hace en toda la diócesis la colecta del Fondo común diocesano, destinado a los gastos de la Curia. Tal vez alguno no lo sabe, pero en el Obispado son varias las personas que trabajan en distintos servicios para todas las comunidades de nuestra Diócesis.

En esta semana

  • Lunes 8: Inmaculada Concepción de María, fiesta patronal en Pando, procesión a las 18:30 desde el colegio del Huerto y Misa en el templo parroquial.
  • Viernes 12: nuestra Señora de Guadalupe, patrona de nuestra diócesis. Ese día, en la Catedral: 18 horas Rosario; 18:30 procesión y Misa.
  • Sábado 13: se festeja los 65 años de la capilla de Santa Lucía, en la ciudad del mismo nombre. Misa a las 18 horas. Allí estaré para dar gracias a la patrona por haber salido bien de mi operación de cataratas.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Palabra de Vida: Llevar la Esperanza a los que sufren. Isaías 30,19-21.23-26

Sábado de la primera semana de Adviento, 6 de diciembre de 2025.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

La reflexión de hoy está tomada del Papa Francisco, Spes non confundit, Nº 11. Bula de Proclamación del Jubileo Ordinario del año 2025.

viernes, 5 de diciembre de 2025

Palabra de Vida: “Que suceda como ustedes han creído”. (Mateo 9,27-31)


Viernes de la primera semana de Adviento, 5 de diciembre de 2025.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.

jueves, 4 de diciembre de 2025

Palabra de Vida: Construir sobre la roca. Mateo 7,21.24-27




Jueves de la primera semana de Adviento, 4 de diciembre de 2025.

Estas breves reflexiones han sido preparadas para los internos de la comunidad terapéutica Fazenda de la Esperanza y son una invitación a vivir cada día la Palabra de Dios, invitación que todos podemos recoger y realizar.
Foto: Cerro de los Cuervos, Lavalleja, Uruguay.